lunes, 14 de diciembre de 2009

UNA ENFERMA SUELTA DE SHOPPING

VAS MIRANDO EL CALENDARIO Y SE VIENEN LAS FIESTAS.
LA EUROFÉMINA ENTRA EN ESTADO DE PARO Y MOVILIZACIÓN Y SALE DE SHOPPING.

Mirás el calendario para anotar un último cumpleaños antes de salir para el laburo, cuando de repente notás que al año le quedan apenas unos días de vida. Vas hasta la gaveta de los documentos y rebuscás la carta del banco donde te obsequiaban una tarjeta premium para vooos solita.
Estabas esperando este momento desde septiembre. Tomás el sobre como si fuera la caja de un revolver munido de balas de plata en una película de hombres lobos. La miras, brillante, banda magnética nueva, olor a plástico nuevo, funda de celofán por encima... En ese instante, te mirás al espejo pensando "Soy la pistolera de las seis cuotas más rápida del oeste..."
Activás tu arma de destrucción financiera masiva y te vas, como en un videojuego, internando en un lugar donde la neblina y los aullidos de fondo te den oportunidad de lanzar tu ráfaga de plata sobre tu objetivo. Lara Croft es la madre Teresa al lado tuyo.

Nivel uno: Regalos importantes: Para vos, para algún chongo que desee jugarse la vida pretendiendo ser tu pareja o que catalogue como tal. Lo que realmente importa es no ser la única en tu grupo de amigas que se prive de comprar una camisa de hombre. Para alguna amiga especial y gente muy muy cercana de la familia. Destino: "Al choppin". Cientos de generaciones de evolución se ven colapsadas por el instinto de recolectora que desarrolló la primer primate que decidió juntar frutos y exhibirlos en su clan de orangu-sapiens, como señal de autoridad entre las féminas.
Vos no irás por los prados juntando frutas ni bellotas, pero acumulás bolsas de todo tipo, grandes, chiquitas, medianas, y cuando más pomposa la marca y más chiquita la bolsa, mejor.
La caminata de la Eurofémina, orgullosa de haberse cagado una vez más en todos los logros del feminismo del último siglo, es atolondrada y no es casual. Hay un momento de gloria que supera por mucho al sexo, en trabarse con las bolsas mientras intenta caminar y atender el tel a los gritos por un pasillo atestado del Yopppin. ( la pronunciación varía).
Bolsa con marca de camisa de chongo cara dice: "tengo chongo en casa, chongo que viste bien y por tanto gana bien, tiene buen trabajo y puede mantenerme como una reina, puedo darme gustos pelotudos como ime de brunch con él mientras el resto raspa la tostada quemada un domingo a la mañana". Que haya algo dentro de la bolsa o no es lo de menos. Podría ser un pañuelo, podría ser un dvd comprado en el subte, podría ser lo que sea. Ese momento, ese instante en el que se vuelve la envidia de las paseantes a su alrededor, la deja feliz y rozagante. Stage Clear.
Nivel Dos: Suelta de Zombies compradores en calle Córdoba, un sábado por la mañana. Comprador marmota, comprador nuevo rico, comprador que sale a buscar en los outlets porquerías que dejarán de estar de moda ese mismo verano. Y ahí estas vos, haciendo colas para entrar y para salir de locales pedorros, con vendedoras que te atienden como el orto, te ladran, te dicen que talle para vos no hay y cuando tienen lo tienen en un fucsia fluo que solo serviría para hacer señales a un helicóptero que desea aterrizar en Jorge Newbery.
Descuento del 20 % mis petunias, esta todo más caro que el año pasado donde una remerita costaba cien mangos y ahora está doscientos!!! El algodón se volvió un artículo de lujo.
Pantalones de Jean a $350. Y la cara de " es el precio que está..." de las vendedoras te enerva.
Salís refunfuñando con cuatros bolsitas, arañada, sin un mechón de pelo y con ganas de tomarte un vodka tonic ahi mismo.

Nivel Tres: ELEVEN ( Once). Hay que estirar los últimos cien pesos y te vas con las chicas al once, a comprar boludeces por cinco pesos. Llegás a fantasear con la idea de regalarle un bistec de plástico ( para perros) a un compañero de trabajo como regalo de navidad, solo por recordar haber tenido una charla sobre caniches toys con él. Miles de bolsas sin nombre, privadas de glam, Tu look, cambia. es callejero, es de barrio, pero igual te ponés unas gafas negras y una gorra, para que no te reconozcan por la calle. Y pensás, total, funciona con Angelina, funciona también conmigo.

Volvés a casa. Tirás todo encima de la cama. Te quedás sentada en el piso del cuarto mirando todo como una gran escena post balacera. La tarjeta esta humeante y retorcida de tanto uso. Tenés ganas de reir y de llorar al mismo tiempo....

By Colton & Vegas

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