sábado, 26 de mayo de 2012

MUJERES DE ACERO: EL PRELUDIO



Margaret Tatcher, Angela Merkel, Chiquita Legrand. Mujeres  ferreas, mujeres que imponen respeto, miedo y autoridad. Son el arquetipo de nuestras Euroféminas de acero vanadio.  Los jóvenes y no tanto  gustamos ocasionalmente de una mujer  que "nos  la haga un poquito difícil". Una chica que se ría de nuestros chistes y después nos borre la risotada de suficiencia que se nos dibuja en un instante con un seco " pero igual creo que sos un  tarado". Una chica que nos mire por sobre el hombro de la manera adecuada y cuando se voltee, el aire la envuelva, como los pajaritos cuando vestían a  Cenicienta (vengo de una maratón de Disney estos días, sepan disculpar las comparaciones). Que sea rea, imposible,  la inadecuada para uno, princesa que reniegue de su reino y sin embargo la única para nosotros. Una Cleopatra custodiada por un ejército de monos de dos metros con temple de asesinos, guardabosques de profesión y con  aspiraciones a cortejarla en nuestro lugar. 
Todo aquello  y más entra dentro de las expectativas de un admirador, es esperable.  Es la antesala del amor verdadero, uno que lo haga sentir el rigor, la cuesta, la montaña a ser conquistada.
Y quien se enrola en este ejército sabe que  habrán  tiros, que el entrenamiento será tortuoso, que las  fuerzas faltarán , que su ego se verá mancillado una y otra vez. Será el felpudo donde ella se secará los pies entrando a su casa un día de lluvia, el paño con el que  despega un chicle de su zapato, será infinitamente doloroso.
Y sin embargo, el corazón del pretendiente querrá agasajarla con todo lo que  encuentre en su haber: serenatas eternas que culminan en  vecinos arrojándole toda la oferta de EASY de jardinería por la cabeza, comidas a la luz de las velas que le costarán lo mismo  que su instrucción primaria ( pero en una sola noche),  promesas de diverso tenor y calibre. Litros de tinta vertidos en poemas con los que su padre encenderá el fuego del asadito del domingo. El corazón, consciente de la vanalidad de sus esfuerzos redoblará en cada acción la apuesta perdida. El corazón, envalentonado por cada uno de los suspiros, se hinchará y avanzará sin miramientos, contra miles y armado de un cuchillito de plástico sin  filo si hiciera falta, con tal de verla en sus brazos. El corazón.... es un pelotudo y va a hacer que el salame del pretendiente termine, loco, muerto, violado o las tres cosas.
En realidad, este podre Quijote del verbo amar, se embarca hacia  un suicidio asistido. Una eutanasia a la Eurofem. No hay, chances algunas con estas mujeres. Lo que parece indeseable, se volverá cotidiano, lo que resulta insoportable, el café de  todas las mañanas, los  ruegos no bastarán.
 
 El camino al infierno se pavimenta con las sonrisas de tipos como estos, toda hipótesis de retirada o huida quedan descartadas. La chica de hierro, la Chica Eurofem le concederá una clase intensiva, todos sus conocimientos aprendidos durante la inquisición hasta el punto de dejarle ausente de toda vida: sírvanse a leer DIARIO DE UN SEDUCTOR....

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