viernes, 16 de octubre de 2009

HOMBRES PREPOTENTES

SE VE TAN SEGURO, TAN DECIDIDO, Y PARECIERA TENERLA TAN CLARA, QUE SI NO FUERA UN COMPLETO PELOTUDO LE DARIA BOLA....

Inspirado en el cine de los cincuenta, el hombre arremetedor, ese que no tiene mayores códigos que los que él decide imponerse. Ese que hace temblar la casa de un portazo y que va a lo que queire sin pedirle permisos a nadie. Ese vaquero del oeste, pistolero de la vida que sabe tomar lo que consid
era que es suyo, ahora se viste de trajes caros y ropa informal de buen gusto. ¿Pudiera ser la octava maravilla si todo aquello no fuera una fantochada mas no?

Hora Feliz en la city y te estas tomando algo con amigas y compañeros del trabajo. De repente llega él y el bar se aquieta hasta dejarlo pasar. Se acerca a la barra con sus compinches y te empieza a relojear de arriba a abajo como si estuvieras a la venta.

De repente te sentís hacienda en pié en un remate del Mercado de Liniers y das vuelta en el corral, esperando a que se decidan si te toman por Ternera o Vaquillona o si por el contrario vas directo a vaca de conserva.
Le das la espalda y seguís en lo tuyo, firme con tu convicción de que el mundo sería un lugar más justo y con menos guerras si le depilaran los huevos cada tanto a idiotas como ese.

Hasta allí todo normal, la gente va y viene con sus bebidas, paseándose como en el predio ferial del usado, viendo como todo este proceso previo de selección innatural te recuerda a una venta de alfombras donde sobran las polillas y falta el dinero.
De repente tu amiga te asesta un codazo discreto en la base de las costillas que por poco te deja el trago de sobrero. Hay alguien dándole toquecitos a tu hombro a tus espaldas.
Es John Wayne con sus dos amigos y vienen trajeadísimos.
Hola- Te dice el vaquero mientras guarda su remington I PHONE de seis tiros, de manera que puedas ver que le alcanza aún para la cuota de la telefónica.

Te pregunta quien sos, que hacés ( y lo bien que lo hacés) y de repente desliza un comentario haciendote entender lo bien que quedarías adornando su nuevo acolchado ( Falavella 25 % off) en su departamento de las Cañitas.
Un hombre así no llega sin sus cartas de recomendación: preparate para un muestrario de bienes y títulos pseudonobiliarios ( UN master pedorro, un MBA o alguna cagadona así de dos años), el parentesco con familias de doble, triple apellido, la mención ocasional de tierras en alguna parte exótica de la pampa, viajes a la cochinchilla y una agenda super atareada que solo le deja escasos minutos de tiempo libre para estar allí, charlar una horita contigo y voltearte de parado en el asensor de casa. Ah! Me olvidaba! Y deberías sentirte elogiada!
Creo que es bueno quedarse charlando cada tanto con gente así, más por curiosidad que otra cosa, ver como se entabla un diálogo platónico, de él, consigo mismo. Como si fuera un pavo al espiedo, que cada tanto abre la puerta del horno para echarse mas juguito, pincharse con un tenedor y decirte " estoy a punto".
Hay un momento donde intenta convencerte de lo afortunada que serías de estar ahí mismo tirándole la piola frente a todo el bar, de cómo eso te dejaría bien parada frente a la sociedad, de lo mucho que haría por tu capacidad crediticia ( basta de garantías en los bancos, presenta la foto de ese momento y que le pidan una hipoteca a otra) y de lo agradecida que debieras estar de que te haya elegido de todo el grupo de golfas que están dando vueltas por el local.
Un viejo dicho zen dice " nadie muestra lo que tiene". A no engañarse, es preferible un salame raso a uno emperifollado de toda esa cantinela de power-suite y management para ejecutivos intermedios ( oficinistas de poca monta le decían otrora) que a lo más que podrá aspirar es a que no se lo coja una nueva reducción de personal antes de fin de año.
Atentas las neuronas, a no comerse el primer camelo ni el último. Cuando todo falle, recordá, siempre es bueno largar un parentesco con algún sindicalista de peso o algún groso del gobierno.
Lo vas a ver tragar saliva, hacerse chiquito, deserectarse todo de repente y guardar las plumas como el real pavo que és, olivando por lo bajo y despidiéndose sin saludar casi.
Esos son huevos... pavote.

Colton & Vegas.

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